Mientras perseguimos la perfección y la máxima productividad, la Naturaleza mantiene un ritmo perfecto: una hermosa danza entre fenómenos naturales y entre criaturas grandes y pequeñas.
A medida que los humanos avanzamos hacia lo que, creemos, es el progreso y la innovación, buscamos la satisfacción a través de cosas efímeras. Nos olvidamos de los conocimientos que nos han guiado a lo largo de los tiempos y, una vez más, la Naturaleza nos pide que vayamos más despacio y escuchemos.
Los mezcaleros y los agricultores conocen la práctica de la paciencia, de escuchar a la Tierra. Algunos se apresuran a satisfacer las demandas crecientes del mercado incrementando así el impacto ecológico, sobre todo, la deforestación que conduce a la erosión del suelo, el monocultivo de plantas de crecimiento rápido e incluso la desaparición de los agaves silvestres. Otros honran lo que la Naturaleza nos brinda conforme a su tiempo. Así es como vivimos en The Lost Explorer Mezcal: simplemente escuchamos el ritmo perfecto de la Naturaleza para que este sea la base de todo lo que hacemos.
No apresuramos el crecimiento del agave, que en promedio puede tardar entre 8 y 35 años en madurar (los agaves con los que trabajamos tardan entre 8 y 12 años). Cada tipo de agave expresa el terruño en el que crece y la interconexión con el entorno, donde forja relaciones, se empapa de cada interacción y atrae a amigos polinizadores como murciélagos, abejas y colibríes que se dan un festín con su néctar endulzante. No apresuramos la producción artesanal en ninguna parte del proceso. Escuchamos a la Tierra, nos asombramos con sus maravillas y saboreamos los sabores y aromas únicos de su acervo sensorial.
Celebramos la Tierra escuchando y aprendiendo nuevamente el don de la paciencia. De esta forma, traemos a nuestras vidas un poco del ritmo perfecto de la Naturaleza.